A cada paso que me arroja contra el muro del viento, creo que voy a necesitar alas para poder esquivar el golpe. Y planeo en mitad del cielo mirando impacientemente como el firmamento se abre ante mí.
Intento arrojarme a sus brazos, a los brazos de las estrellas grandiosas que pululan libremente por el universo.
Y en un gesto de paroxismo exacerbado, lleno de turbulentas ansías de vacío, me deshago en polvo.
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