Y sin tu abrazo mi cuerpo pierde todo su ardor, porque tu eres el causante de mi ardentía, de mi constante quemazón interior. Eres de combustión vivaz y explosiva, entusiasta de las
palabras, acciones que llevan a la lujuria.
Heme aquí, a despensas de tu boca.
Heme aquí, a despensas de tus manos.
Heme aquí, a despensas de tus caricias.
Heme aquí, a despensas de tus ojos.
Heme aquí, desprotegida, ante ti.
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