Cuando uno es feliz no se da cuenta de lo difícil que se hace pensar, lo difícil que se hace ver la realidad de las cosas y no algo edulcorado y lleno de cristales rosas con los que tapar los agujeros que no nos gusta mirar o que no nos apetece ver.
Solo siendo feliz vemos como nuestra visión se vuelve sesgada y para nada objetiva. Es la propia subjetividad la que nos lleva a tomar decisiones por mucho que nuestra razón diga lo contrario...
El corazón se vuelve dictador y hace lo que le viene en gana.
Y sin embargo, siendo feliz no podría vivir de otra manera.
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