La verdad es que no sé ni por donde empezar porque supongo que después de lo que he pasado no tengo nada más que decir.
Aún así, quiero dedicarte mis últimas palabras. El día que te conocí tuve miedo, miedo de que realmente te colases en mi corazón y lo destrozases. Me diste tanta seguridad y me hiciste sentir tan bien que no pude más que dejarte entrar en mi vida, te lo curraste, hiciste que yo fuese mejor. Con el tiempo te amé tanto que ahora mismo me pregunto como un corazón tan pequeño puede albergar algo tan grande infinito como es el amor. Te amé muchísimo, más que a mi propia existencia, te di lo mejor y peor de mí, y te di una parte de mí que jamás había obtenido nadie por el dolor que suponía entregarlo. Fui extremadamente vulnerable porque confiaba en ti y en todo lo que me brindaste y después de tres años, aquí estamos. Empezando a ser desconocidos cuando antes lo que costaba era despedirnos.
Me rompiste, tan profundamente que no creo ser capaz de sobreponerme porque, como es posible que la persona a la que más has amado, sea capaz de atravesarte con una estaca en el corazón? Entiendo que no me amases, pero las cosas que dijiste se clavaron como puñales y destruiste la poca confianza que tenía sobre ti. Y cuanto más lo pienso, más siento que soy dependiente de ti de tal forma, que no podía ser egoísta y protegerme a mí. Pero hoy, ha llegado el día en el que necesito decirte adiós. Te agradezco profundamente el haberme hecho ver mi mejor versión y el haberme dado todo lo que pudiste darme. Gracias, pero ya no puedo seguir caminando a tu lado, ni puedo seguir anteponiéndote para que te sientas bien. Te deseo lo mejor en la vida porque es cierto que te lo mereces, yo seguiré buscando a la persona a la que no le asuste el compromiso ni estar solo conmigo.
Que seas muy feliz mi querido Sora.
Siempre te querré.
Kairi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario