Reflexiones antes de irme a dormir.
Recuerdo con 13 años estar viendo una película o puede que fuese otra cosa pero que mi memoria decidió conservar como una película; recuerdo que ese día estaba mirando por la ventana para salir a la calle a jugar mientras prestaba atención a lo que la televisión estaba emitiendo. Recuerdo ver las caras felices de mis amigos del lugar, salir de sus casas con balón en mano mientras cruzaban la puerta hacia fuera. Recuerdo haberle visto y recuerdo haber sentido ese cosquilleo que viene con la pre-adolescencia. Recuerdo su sonrisa y recuerdo su pelo castaño y sus ojos color miel. Recuerdo las risas, las boberías, el ser amigos de una forma tan natural. Recuerdo las tardes en su casa, en la calle jugando al balón y recuerdo sobretodo lo irritante que podía llegar a ser a veces.
Ahora que lo pienso echo de menos la simpleza de esos momentos, el recuerdo de personas que han significado muchísimo pero que han acabado complicándolo todo. Pero quizás lo que más echo de menos es el poder volver a ser amigo de alguien a pesar del daño, a pesar de las indecisiones, del "te quiero", del "me gustas". Echo de menos el reparar mi corazón con una tirita, el levantarme del suelo y sacudirme el polvo de las rodillas.
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