A penas puedo pensar en el momento en el que te tenga que dejar marchar.
Porque la vida es una, sí. Pero nadie me dijo que quererte me provocara
este sentimiento de miedo absoluto ante la incertidumbre de no saber
que nos deparará el futuro.

No confundas mi miedo con mis ganas de dejarte marchar,
no quiero hacerlo. No quiero que te separes de mí nunca. Pero,
he de ser realista también. Las historias tal y como empiezan,
acaban. Pero no me malinterpretes. A la nuestra le quedan muchos
capítulos que escribir. Muchas anécdotas que contar y muchas
aventuras que pasar.

Mi amor crece diariamente a la par que el miedo que siento por
saber que este amor va trepando, va reptando muy dentro. Me
aprisiona por completo, me asfixia por dentro. Pero no cambiaría
lo que siento por estar sin ti. Mi sol, mi eterno dios atlante.
Dueño y señor del territorio que supone mi piel, dueño y señor
de la morada prohibida. Dueño y señor de mis ojos, ventanas
que conducen a lo más profundo de mi alma.

Pero el miedo existe, de tener que dejarte volar. De tener que sufrir
las consecuencias de tu abandono -o mi abandono en su defecto-.
Mas no temas, amor mío, que durante mucho tiempo mi corazón será tuyo.
Amante de ensueño, morador de la pasión, verdugo de pasión.
Aquí estoy, pensando en mil futuros sin darme cuenta de que lo que
más importa es este presente teñido de las mieles del cariño.

Pero por si acaso, ante la duda, dejo registrada esta locura.
Y por si acaso, lo dudabas, te quiero hasta lo profundo de mi alma.

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Entonces, por si acaso, dejaré registrada yo otra locura: te quiero.
    Locamente, te quiero.
    Y por si acaso lo dudabas, te quiero.
    Te quiero desde lo más profundo de mi alma.

    ResponderEliminar