Divagues

Renunciaría a mi eternidad por poder mirarte. Para poder observarte con detenimiento e inmortalizarte con un hierro candente sobre mi alma.
Renunciaría a mi juventud por un breve acercamiento, en el que me sea posible contemplar tu rostro afilado y esculpido en mármol, centrándome en esos dos grandes ojos color miel que parecen ser el propio infinito.
Renunciaría al tiempo que me quede de por vida solo por poder alcanzarte, solo por poder posar mi mano sobre la tuya para sentir esas mariposas que tienden a dominar a los seres humanos.
Renunciaría a mi casa, el cielo celeste, solo para que tú te fijases en mí con el mismo sentimiento de curiosidad y amor con el que yo te observo desde las alturas.
Renunciaría a mis almidonadas alas blancas, por poder robarte un beso. Tus labios, pequeños pero sensuales, llenos de vitalidad y juventud.
Renunciaría a mil ocasos y mil ameneceres por solo poder entregarte mi alma, mi cuerpo, mi vida y mi mortandad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario