Eight.

A riesgo de ser una novia tradicional y de ser la típica que durante todos los "aniversarios" por llamarlos de alguna manera, necesita hacer algo especial, hoy solo quiero contar una cosa.
Todo comienza contigo. Luego conmigo. Y por último con los dos.
Es una historia de amor ante todo. Más real, menos ficticia. Más ficticia y menos real. ¿Qué más da si hay una pizca de ficción en la historia? ¿Acaso no se trata de mi visión de nuestra historia? Podría decirse que desde mi punto de vista, ante todo subjetivo sin demasiada objetividad, tu llegaste a mi vida sin saber exactamente como. 

Todo comenzó hace tres años. Una noche cualquiera saliendo de bares con mis amigas llegamos a un local, y allí estabas tu con tus amigos y daba la casualidad de que eras un buen amigo de una buena amiga mía de la facultad. En ese momento no sabíamos nada el uno del otro, solo nos conocíamos por esa chica en cuestión. Pero eramos dos extraños. Dos personas que no sabrían que en un futuro, lejano, cercano, estarían destinadas -por llamarlo de alguna manera- a enamorarse. 

Probablemente los detalles de ese primer encuentro se escapen a mi memoria puesto que es imposible recordar con exactitud cuales fueron mis palabras, cuales fueron nuestros movimientos. El alcohol hace mella en la memoria de una forma muy particular. Hace que recuerdes instantes que no deseas recordar y hace que te olvides de esos detalles y situaciones que realmente quieres recordar. Y realmente diré, que me encantaría poder recordar esa noche, recordar como eras antes de conocerte tal y como eres hoy. 

Para no desviarme mucho de la historia diré, que yo estaba con una persona, un amigo de esos con los que mantienes una relación sin relación, un cariño sin amor. Y, sin embargo, esa noche cometí la estupidez de intentar ligar con un amigo tuyo. Ingenua yo por no haberme percatado de tu presencia. O puede que simplemente el destino me estuviese avisando de que me tenía reservado un futuro lleno de incertidumbre, pero de  lleno de felicidad.
Probablemente todo habría quedado en una anécdota si no llega a ser porque tuviste la osadía de agregarme a una red social. Supongo que ahí acabó nuestro primer encuentro. No recuerdo si hablamos después de aquellas dos palabras que nos mandamos, de los comentarios en las fotos de esta amiga. Por aquel entonces, teníamos 18 años. Parece mentira que hayan pasado tres años desde aquel primer encuentro. 

Después de un tiempo en el que esta amiga me contaba las aventuras y desventuras de su grupo de amigos -del que tu formabas parte- supe que te gustaba ella. Y yo, con bromas de por medio, no hacía otra cosa que alentar el corazón de esta chica para que acabase contigo . Menos mal que no fue así....-pienso ahora. 
Después de un primer año de carrera movido, después de todo eso, seguimos sin tener contacto. 

Mi segundo año de carrera no fue menos movido, lleno de aventuras, historias y anécdotas que no conciernen a nuestra historia. Fue en este año cuando volvimos a tener contacto -según creo recordar-. Hablábamos, no demasiado, pero lo suficiente para hacer que cogiese confianza con alguien a quien apenas conocía. Luego, llegó otro período de parón. Dejamos de hablar sin saber muy bien como. O yo al menos me pregunto como dejamos de hacerlo. Es algo extraño, ¿verdad?. Conoces a alguien, pasa el tiempo, hablas con ella te da la confianza para decirle cualquier cosa y de repente, vuelves a dejar de hablar. Tiempo después supe el por qué, pero digamos que eso es otra historia aparte. 
Durante primero y mitad de segundo de carrera yo estuve saliendo con alguien importante que, poco después, decidió tomar un camino separado al mío. Pero me alegro de que saliese así. 
Y de repente, verano. Un verano caluroso recuerdo, en el que nos vimos por tercera vez. Allí creo que ya me empezaste a gustar. No lo sé con exactitud porque los sentimientos son confusos e inestables y, sobretodo,  atemporales. Pero por motivos del destino, quien sabe, no nos volvimos a ver hasta unos meses después. 

Empecé tercero de carrera y conocí a otra persona que, al tiempo, supe que no era de fiar. Desde primero llevaba arrastrando una asignatura para la que necesitaba ayuda. Esta amiga me recomendó hablar contigo después del fiasco que me produjo suspender por confiar en un "amigo" que lo único que hizo fue no hacer nada. Probablemente podría haber hecho lo que las demás, haber llamado a un profesor para que me hiciese el examen, pero algo me decía que tenía que intentar sacar la asignatura por mi misma y me decía que debía de llamarte. Y así fue.Cuando te vi no supe que decir. Habías cambiado muchísimo, o al menos eso me parecía a mí. Estabas diferente y me encantaba -y me sigue encantando- la seguridad con la que te dirigías a mí, tu incesante forma de hacerme reír a carcajadas, tu pragmática de la vida me hacía pensar. Y así supe que había recurrido a la persona indicada. Me ayudaste con la asignatura dándome clases particulares y allí creo que por mi parte brotó la semilla de un sentimiento. No fue amor, obviamente, pero sí la antesala de algo que podría ser más grande. 

Después de esos encuentros no podía quitarte de mi cabeza, y cuando aprobé no pude hacer menos que llamarte contenta, gritando como una colegiala por haberme ayudado. A partir de ahí se sucedieron los encuentros, fortuitos o no, da igual. Una noche de bares en la que entré al haring y te plaqué. Otra noche, esta vez de halloween, donde estaba impaciente por verte y donde se confirmaron mis sentimientos. Otra noche donde no te puse las cosas fáciles. Pero que al final, hubo un pequeño adelanto de lo que habría después. Luego, volvimos a quedar. El día 3 de Noviembre. Ese día mágico e imborrable en mi memoria. Tu y yo, en la estación. Un beso apasionado para acallar las dudas. Y un comienzo. El comienzo de nuestra historia de amor. Desde ese momento han pasado ocho meses. Ocho meses llenos de amor y cariño, felicidad y disfrute. Ocho meses impregnados de todo tipo de sentimientos y llenos de todas las aventuras que uno pudiera imaginar. En estos ocho meses has hecho que mi inseguridad se transforme en seguridad, que mi miedo se transforme en valentía, que mi amor se convierta en un gran amor. Me has cambiado por completo. Has sido el único en traspasar las murallas de mi corazón y mente. Has sido el único en hacerme temblar de placer, en hacerme temblar de cabeza a los pies. Me has ayudado a crecer como persona y a entender tu filosofía de vida. ¿Qué más da el futuro, si es pura incertidumbre? Lo que me importa es el ahora. Y el ahora, eres tu. Sólo tu. 

En resumidas cuentas, he hecho un breve e intenso resumen de nuestra historia. Seguramente se me escapen mil detalles, seguramente me equivoque en muchas cosas. Pero me gusta pensar que te conocí por una razón. Y esa razón es el ahora. Tu y yo juntos. Y por todos estos meses llenos de amor te voy a decir una cosa... te quiero. 

Siempre serás una parte importante de mi vida. LA MÁS IMPORTANTE.

Gracias por estos ocho meses...

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