Cuando nos referimos a nuestras parejas como novio/a caemos sin quererlo en una necesidad de posesión absurda y cargada de dobleces que se pueden malinterpretar. Si yo necesito quiero la compañía de otra persona, ¿por qué definirle bajo un término que puede implicar dominación, necesidad, dependencia? ¿Por qué no recurrir a otro concepto que le defina tal y como es, que defina lo maravilloso que resulta ser?. La pregunta tiene como respuesta algo fácil y simple: no existe otra concepción u otra palabra que sirva para definir una relación seria, duradera y de sentimientos profundos. Y al no existir esa otra palabra, arrastras el peso del estigma de la apropiación. "Eres mío/a", "Este es MI novio/a".
Me resulta curioso y sobretodo certero pensar que todos nos abandonamos a un concepto que no logramos entender del todo. Esclavizamos sentimientos bajo un manto de desdicha provocada simplemente por el miedo a perder algo que no es nuestro, que no nos pertenece, que, simplemente, ha decidido compartir su vida con la tuya. ¿Por qué resulta tan amenazante que otras personas se interesen por tu pareja? ¿Por qué resulta tan desesperante?. La clave reside en que pensamos en ellos como perros. Perros con cadenas que no pueden alejarse de su amo por mucho que lo intenten.
Yo no estoy libre de pecado. Pero lo que si es cierto es que busco algo más que una simple connotación. Algo más que una definición tal que "somos novios". He encontrado a alguien que simplemente me quiere y se interesa por mí de todas las formas posibles. He encontrado a alguien que se desvive por amarme, mimarme y quererme. Que se desvive por mis labios y no por los de otra, que sabe cuales son mis preferencias.
He encontrado a alguien que sabe cual es mi aroma nada más verme, que me abraza y ataca mis puntos débiles. He encontrado a la persona que simplemente me hace temblar con cada susurro, con cada caricia y sonrisa. Que me hace vivir la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario