La mecánica del corazón.
Nos amamos con mucha intensidad, y la pasión aumenta con los días. Apenas hablamos pero nos emocionamos a cada instante. Mi cuerpo está mejor que nunca, me encuentro lleno de fuerza y energía. Mi corazón se escapa de su cubierta-prisión. Vuela por las arterias, instalándose bajo mi cráneo para convertirse en cerebro. ¡En cada músculo y hasta la punta de los dedos. Sol feroz por todas partes. Enfermedad rosa de reflejos rojos.
Ya no puedo estar sin su presencia; el olor de su piel, el sonido de su voz, sus pequeñas maneras de representar a la muchacha más fuerte y a la más frágil de mundo. Su manía de no ponerse las gafas para ver el mundo tras el cristal ahumado de su visión lastimada; su forma de protegerse. Ver sin ver de verdad y, sobre todo, sin hacerse notar.
Descubro la extraña mecánica de su corazón. Funciona con un sistema de concha autoprotectora ligada a la falta de confianza que la habita. Una ausencia de autoestima peleándose con una determinación fuera de lo común. El código de acceso a su corazón cambia todas las noches. A veces, la concha es dura como una piedra.
Por mucho que pruebe mil combinaciones en forma de caricias y palabras de apoyo, apenas consigo quedarme a las puertas de su misterio. Sin embargo, ¡me gustaría tanto hacer crujir esa concha! Escuchar ese pequeño ruido que se produce al desactivarse, ver los hoyuelos que se marcan en la comisura de sus labios y que parecen decir "¡Sopla!". El sistema de protección volando en dulces pedazos.
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