Little thing called love.
Otro día y mi mundo se marchita. Pierde cada vez más color, quedándose el escenario en un nostálgico bicolor. ¿Por qué me costará tanto aceptar que te queda muy poco para regresar? La respuesta nace de mi impaciencia que no me deja descansar.
Pero cada día me hace ser realmente consciente de lo mucho que te quiero, y de lo mucho que te echo de menos. Así me paso las horas, arreglando citas que todavía no se pueden llevar a cabo, teniendo sexo virtual e imaginario.
Necesito tu piel ya, saborearla con mi lengua, darle forma con mis manos, esculpirla con mis labios. Admirarte desnudo, en la noche o en el día, quererte.
Y estar en tu cama, bajo las sábanas, queriéndonos a ratos, satisfaciéndonos a momentos. Lo que quiero es sentir el escandaloso tacto de tu lengua, recorriéndome de pies a cabeza. Te quiero reptando por mi piel, haciéndome cosquillas a la vez que me das placer. Y con tus labios jugosos, jugar, divertirme, enloquecer al morderlos y besarlos, volverme loca solo con sentir su delicioso tacto. Todo ello mientras tus manos me recorren. Me invaden siendo conquistadores de praderas de piel morena sonrosada a causa de tus diminutos mordiscos.
Y a la vez que llegas a mi centro, cúspide de mi anatomía, yo iré acercando mis manos suavemente a tu dureza, a tu fiero aparato que tanto me hace perder la cabeza. Y después de minutos -o quizás algo parecido a segundos-, de juegos y preliminaresquiero hundirme entre tus piernas, movernos al compás de nuestras caderas. Jadear, suspirar, genir y gritar; amarte lentamente, sin pausa, con mucha pasión y ganas.
Y culminar esos instantes de movimientos acompasados, con el éxtasis. La exaltación vibrante de la lujuria. Para acabar abrazados, dejándonos dormir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario